Touro y O Pino siempre han sido dos municipios tranquilos, conocidos apenas por ser sede del programa Luar de la Televisión de Galicia TVG en sus inicios uno, y por ser la antesala de Compostela para los peregrinos que hacen el Camino Francés a Santiago el otro.

En los años 70 se inició la explotación de cobre, lo que generó empleos, es cierto, pero también desaparecieron algunas casas y muchas otras se vieron dañadas por los barrenos, que provocaban grandes boquetes en las paredes. Además, la mina también supuso la renuncia a mucho terreno de monte y labradío, que ya nunca volvería, ni volverá seguramente, a recuperar su valor. En poco más de diez años el cobre bajó de precio y la extracción dejó de ser rentable, de modo que la empresa minera se fue, dejando tras de sí una tierra yerma y montones de hombres de mediana edad desempleados y, en muchos casos, ya sin tierras en las que poder trabajar, pues no fueron pocos los casos en los que, en la negociación de venta de los terrenos a la minera, una condición sine qua non era la contratación de un hijo para trabajar en la mina.

A finales de la década de los 80, tras el abandono de la explotación, el único gran cambio que se percibía en Touro y O Pino respecto a la mina fue un paisaje desolador, con un horizonte marcado por enormes escombreras y balsas de lodos sin ningún mantenimiento ni medidas de seguridad y unos ríos que, tras su paso por los terrenos explotados, seguían su curso hacia el mar sin rastro de vida alguna.

Por si el resultado de la extracción de cobre no bastase para deteriorar el entorno, la nueva concesionaria, nada más llegar, eliminaba el sistema de bombeo, provocando aún más contaminación en las aguas y en el suelo. El plan de restauración de los terrenos propuesto por el edafólogo Felipe Macías tampoco vino a mejorar las cosas. Presentado desde el principio como la alternativa más económica, el método de los tecnosoles o suelos a la carta vino a suponer un problema añadido para los vecinos, que día sí y día también tienen que aguantar los insoportables, y casi indescriptibles, olores de los lodos y demás materiales empleados en la planta de tratamiento . Con el tiempo, este sistema se fue convirtiendo más en un negocio muy lucrativo basado en acopiar basura y echarla por los taludes, que dan al río, que en una solución efectiva para el drenaje ácido de la mina antigua. Todo esto acontecía a lo largo de los años con la total connivencia y permisividad de los alcaldes Codesido y Taboada.

Con estos antecedentes, y con una amenaza de creación de una incineradora para las vacas locas a comienzos de milenio, también echada abajo por la presión vecinal, el conocimiento del nuevo proyecto de extracción de Cobre San Rafael en 2017 fue la gota que colmó el vaso. El pueblo, por fin, despertó de un largo letargo y dijo “hasta aquí”; no estábamos dispuestos a aguantar un nuevo ataque a nuestro bienestar ni a nuestros modos de vida. Un proyecto plagado de amenazas para nuestra seguridad vital y el medio ambiente de todos no podía tener cabida aquí, esta vez había que atajar este despropósito a tiempo. Y así fue cómo Touro y O Pino abrieron los ojos y se embarcaron en la lucha contra la mina, que desde el principio se nos planteaba como un David contra Goliat en el que el pueblo partía como el David desvalido e indefenso y la empresa y la Administración parecían ser el Goliat todopoderoso. Pero en nuestras cabezas resonaban los ecos de otras luchas populares como la de Corcoesto no hacía muchos años; si ellos lo consiguieron, si fueron quienes de hacerle ver a la Xunta y a la sociedad todos los perjuicios que supondría una mina al lado de sus casas y granjas, para nosotros también había esperanza. Pero, sobre todo, había mucho trabajo por delante que hacer…

La labor más importante, la principal, era la información, clave para conseguir tantos apoyos como finalmente se lograron, pero para eso previamente fueron necesarias muchas horas de estudio exhaustivo del proyecto, muchos escritos a organismos que de alguna manera también se iban a ver afectados de llevarse a cabo la explotación de cobre, muchas llamadas, reuniones, mociones presentadas en ayuntamientos, charlas, mesas informativas en todo tipo de eventos,… Y muchas piedras que sortear en el camino, como los propios alcaldes de nuestros municipios, totalmente favorables a la actividad extractiva. Posiblemente a día de hoy ni Ignacio Codesido ni Manuel Taboada hayan leído una sola página del proyecto para comprobar todo lo que el pueblo les intentó hacer ver durante más de dos años. La Xunta de Galicia, pese la que la Consellería de Medio Ambiente resolvió negativamente la Declaración de Impacto Ambiental, casualmente a las puertas de las elecciones autonómicas, tampoco nos facilitó las cosas. La transparencia administrativa fue casi siempre más bien opaca, y en muchas ocasiones el gobierno gallego parecía estar más preocupado por tener contenta a la empresa que por hacer valer los derechos de los ciudadanos y el bienestar de la sociedad gallega, al tiempo que miraba, y sigue mirando, hacia otro lado ante las advertencias de vulneración reiterada de la legislación medioambiental por parte de la concesionaria actual.

El largo periplo de la lucha contra la mina nos llevó a llamar la muchas puertas institucionales, así fue cómo llegamos a defender en Bruselas una moción en la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo, conseguimos que el Defensor del Pueblo le recomendase a la Xunta no autorizar el nuevo proyecto extractivo mientras no se restauraran los terrenos de la explotación anterior, y recibimos un informe de ICOMOS, el organismo asesor de la ONU en materia patrimonial, que alertaba del grave riesgo que podría suponer la mina al lado del Camino de Santiago, haciendo peligrar la permanencia de las rutas primitiva y francesa en la Lista de Bienes Patrimonio de la Humanidad.

Así fue cómo, después de mucho trabajo, Galicia conseguió parar la mina de Touro. El cuidado y defensa de la tierra requieren de mucho esfuerzo e implicación pero, sin duda, merece la pena. Y aquí permaneceremos, incansables hasta la consecución de la total restauración medioambiental de los terrenos y la depuración de todas las responsabilidades por los daños causados en las últimas décadas. Punto y aparte.

Este artículo de la PLATAFORMA MINA TOURO O PINO NON se publicó originalmente en gallego en Adiante.gal